Es domingo, 1 de abril, y acabamos de llegar a Tokyo. Son las 6.40 h de la mañana. Más allá del jet lag, que afortunadamente no nos supondrá un problema, y de tener todo el día por delante sin haber descansado apropiadamente en varias decenas de horas, eso tiene otras consecuencias que, afortunadamente, hemos previsto durante la planificación...
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